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Channel: Lucía Be
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Esos días verdes...

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El invierno es así. Ya puede una ponerse sus mejores galas que hay días que no: por más que me miro en el espejo tengo la cara verde y aburrida como una auténtica col de Bruselas. 

He investigado mucho sobre el asunto, pero no puedo darle una explicación al margen de que ordenador y poco sol son propicios para las coles. Pero lo que sí puedo apuntar al respecto son tres trucos para evitar esa verdor propia de los que hibernan:

♥  Un poco de autobronceador. No se trata de ponernos como la hija secreta de Valentino, pero a veces darle un toque de color a la piel anima mucho. Yo cuando me asalta un día verde, saco mi botecito mágico, lo mezclo con un poco de hidratante y... ¡parezco otra! (pssst!! y además ahora en Olivia the shop está rebajado)

   Polvos de sol - colorete. Este paso puede incluso sustituir al primero. ¿Mis preferidos? Los polvos de Guerlain y un toque de Benetint: parece que venga directa de las Seychelles sin hacer escala.

♥  Un toque de luz en el estilismo. El color crudo o blanco, mejor que el gris. Y el azul marino mejor que el negro. Un complemento bonito... y se acaba con la reserva de coles de todo Bruselas: lo he comprobado. 

Claro, luego me encuentro con Nila en la pescadería y me dice: "pero qué color tienes bonita, cómo se nota que el aire de campo te sienta bien". Y yo le sonrío sintiéndome la mujer más cínica del pueblo y parte de España. Supongo que tendría que salir a tomar el solete con Pablo y dejarme de historias, pero hay lunes que no se puede, y qué narices, ¡lo reguapa que estoy!

Porque hay días grises, rojos e incluso verdes
Y siempre tienen remedio. 
Ustedes, ¿cómo afrontan sus días verdes?

La vida es un mercadillo

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El amore está cada vez más enfurruñado. Yo lo entiendo: nuestra mansión en mitad del campo se ha convertido en una casa de escasos metros cuadrados, el resto lo he ido copando yo con mis sombreros, bailarinas, lazos, calendarios y milongas varias. Está pensando en construir una casa de madera de esas prefabricadas en medio del huerto donde meterlo todo, yo le digo que así estropeará la cosecha y que no me las quiero ver yo con Pablo, pero él lo tiene claro... 

Yo no sé donde iremos a parar en esta casa de locos, pero este lunes migramos de web así que estaremos dos días "out" porque el miércoles estrenamos nueva shop online: más bonita, más eficaz y con un montón de cosas nuevas. Hasta hemos lanzado una cesta de Navidad de productos de mi terreta (Valencia) con la tienda gourmet L'Exquisit: buen vino, mistela, arrop, pajaritas para él y ella y un calendario verdulero. ¡Me lo quitan de las manos!

Este domingo estaré con el amore (enfurruñado o no) en el Zoco Soto de la Moraleja con un stand lleno de cestas, cosas preciosas y bailarinas para que se las puedan probar. Si están por Madrid, les espero brazos abiertos y muchas ganas de charlar, que aquí en el campo ya saben que a veces me siento muy sola.

 De 11.00 a 17.00 en la calle Caídos de la División Azul, 15 
♥ (perpendicular a Pío XII)  












Si les pilla lejos, ya saben que seguimos en la shop online dándolo todo. Además hoy es mi santo y hemos hecho fiesta en la tienda: los pedidos de hoy van con premio y gastos de envío por su cara bonita




¡¡Sean felices!!

I said noooooo no no

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Yo antes era feliz con mi patato móvil, sin contestar el teléfono, sin wifi ni 3G ni milongas varias. Pero ocurrió que me llama un teleoperador y yo que me dejo llevar por su acento latino y dulces palabras: "le regalamos un I phone señora". No me quedé con las cláusulas esclavas de permanencia ni con lo que me iba a subir la factura de teléfono. A mí llámame para regalarme algo y te doy hasta el pin secreto si hace falta. 

Desde la llegada de ese elemento a mi vida, todo ha cambiado hasta tal punto que el otro día me encontré sentada en el water a las cinco de la mañana consultando en el teléfono de marras las actualizaciones de instagram. Luchi, querida, tienes un problema.


Todo empezó de forma sutil, pero me fueron ganando terreno. Caí en las redes del whatsapp y los grupos que fríen a mensajes diarios que lo único que hacen es ocupar espacio en el disco duro, fui de las primeras en abrirme una cuenta en instagram cuando sólo éramos cuatro gatos y mis fotos chungas como sumo alcanzaban los dos likes, un día me bajé Pinterest, y otro facebook, y así, poco a poco, mi móvil se convirtió en un pequeño ordenador lleno de perversiones. 

Yo misma, que he renegado de los emoticonos durante toda mi vida, me descubro ahora como una obsesa apretando el icono de la caquita feliz, el gatete furibundo o las caras que ríen. Veo una película mientras ojeo el perfil de instagram de Garance Dore, Me, myself and my kitchen, Gala González y un porrón de perfiles bonitísimos que me generan una ansiedad tremenda por lo rancia que parece mi existencia a su lado. Actualizo mi página de facebook por si se me ha colado algún comentario sin contestar. Y si me pasa algo así como importante o estoy en un lugar bonito, lo posteo en todas mis redes para que todos sepan que mi vida es tan bonitísima como la de los demás.



Leí hace tiempo que facebook nos hacía ser peores personas. Y quizás todo esto se nos ha ido un poco de madre, al menos en mi caso. Porque como decía mi querida Belén en Follow your own star (site que les recomiendo vivamente) "ya no quedan fotos de perfil feas y a este paso equivocarse o no conseguir lo que uno se propone va a resultar extrañísimo".

"Terapia, nena, eso es lo que tú necesitas", me dice el amore continuamente. Y quizás tiene razón, así que he decidido ganarle la partida al aparatejo éste y de momento he desconectado el 3G y a las ocho de la tarde apago el wifi. Baño a paxarito sin estar pendiente del pío pío incesante del móvil, me voy a la cama y cojo el libro que llevaba queriendo empezar desde hace un mes, o me tumbo en el sofá con el amore sin tentaciones ajenas de por medio. Llevo un día, y aunque admito que tengo un poco de síndrome de abstinencia, las cosas van bastante bien. Yo controlo, vamos.

Aunque si les soy sincera, me veo como Lindsay Lohan, encendiendo el wifi a escondidas a las tres de la madrugada para instagramear cualquier foto bonica que tengo guardada en el móvil no vaya a pensar la gente que me he muerto. O consultando el whatsapp a ver si se ha parado el mundo. Mandándome un emoticono para comprobar que existo. Total, nadie me va a escribir un mensaje...

Y ustedes, ¿cómo llevan lo del móvil?

Pd. Ya que estamos de terapia, les aviso: la web estará en off hasta mañana, la estamos cambiando por una más bonita y práctica.  Pueden seguir haciendo sus pedidos como antaño, en lucia@luciabe.com (a no ser que quieran llamarme al fijo).



Más tequila, por favor

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Todo empezó en la boda de Pili. Yo estaba nerviosa por causas que no vienen al caso y me puse a beber tequilas y vermú blanco como una loca. Estábamos allí casi toda la familia: mi madre hablando con mi amiga Patri como si fueran íntimas, mi hermana Lola y su novio dando buena cuenta de la mesa de dulces, mi padre como una cuba apostado en el photocall y el amore de cháchara con el que fue mi novio durante cinco añazos y al que no veía desde entonces. 

La escena de todos embutidos en un coche de cinco plazas con mi madre al volante a 50 por hora en la autovía aún me provoca arcadas. Preludio extraño para un trimestre que ha sido el más frenético de mi vida.

Una semana después, vuelta al coche para otra boda gitana en un pueblo de Albacete. Más tequila. Otro viaje a otro pueblo de la Mancha para hacer las fotos del nuevo catálogo. Más tequila. Nueva colección, vídeos, nuevas fotos, encargos pendientes, bailarinas, mercadillos... ¿les he contado que pusimos una chimenea - caldera para calentar esta mansión enorme y estallaron las tuberías? Tequila doble, señores. Paxarito hecho un zampón, urticaria por estrés y en medio de todo el barullo, un test de embarazo positivo... ¡Otro tequila, por favor! 

Sí, señores. Iba a esperarme a Nochebuena pero tengo la web colgada y la sensación de haber corrido la maratón de Nueva York durante tres meses seguidos. De repente, un día, la vida se encara: "Frena, nena". No me quedan estrategias de marketing porque yo de programación no entiendo, y aquí me hallo contándoles mi vida y con otro paxarete de cuatro meses en camino. Sí, otro chico, que lo mío no son los lazos.

Lo tenía todo programado: fecha para la nueva web, plazos de encargos, vacaciones... pero no, detrás de mi mansión en el campo, las coronas de flores y mi perro lobo que aúlla que se las pela porque nadie le hace ni caso, hay un montón de historias pringuis que hacen que todo salga al revés de lo planeado.

Leí el otro día que donde hay caganer hay esperanza. Sí, el caganer, ese elemento extraño que hace sus cosas en todo Belén español que se precie. Y quizás es así: porque lo hace todo más humano, más real y paradójicamente más bonito. La web colgada me ha provocado ataques de ansiedad diarios, pero me ha dejado tiempo para irme dentro de un rato a recoger las notas de paxarito en su primer trimestre de guardería y poder verle bailar su villancico. Eso bien vale un cuelgue.

Y además, si el paxarete que viene en camino ha resistido a litros de tequila, viajes galopantes a través de la Mancha profunda y mil noches sin dormir, es como para saber a ciencia cierta que al final todo va a salir bien. Puede que nazca bizco, sí, pero saldrá bien. 


Así que no se me apuren, señores, 
que la vida a veces está llena de marrones,
pero también de cosas increíbles. Y siempre los superan.

*Carreras, Navidad y mucho amor para todos*

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Escribo este post deprisa y corriendo, con "Vaya Santa Claus" de fondo (todo un clásico en la filmografía navideña) y un pie en la puerta a falta de varios recados por terminar. Supongo que es la tónica de mi vida: siempre corriendo. 

Y así, aprovecho para desearles amor del bueno para todos, que es lo que hoy se celebra. No sólo en Navidad, sino todos los días. De mi parte y el resto de chicarrones de la familia a los que hoy pongo nombre. Que ya me lío con tanto paxarete.

¡¡Sean muy muy felices!!


* La nueva web sigue en marcha, 
todos los pedidos saldrán entre el 
31 de diciembre y el 2 de enero 
para poder ayudar a los pajes reales*

Que nadie nos apague la música

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Hace un tiempo se armó la gorda por un post sobre estilo que escribí. El mensaje en cuestión era que las bailarinas mejor sin calcetines. Que si hace frío, se arrean unas botas, pero que bailarinas con calcetines no. Y menos de esos transparentes de abuela. Ya saben, tonterías que se le ocurren a una.

El caso es que muchos se lo tomaron muy a pecho y hubo alguna señalando que ya quisiera ella verme trabajando en la calle, y no en mi casa con calefacción central. La cosa tiene guasa, y más cuando vivo en mitad del campo y la chimenea lleva tres meses sin funcionar. Paxarito se ha convertido en un mozo resistente y cuando vamos a Valencia suda como un pequeño pollo. Pobrecico mío, acostumbrado como está al frío de este pueblo.

Pero lo entiendo. Desde el muro de las redes sociales, a veces puede parecer que vivimos una vida de vino y rosas, y en según qué días, habrá gente a quien le siente como una patada. 

Como digo siempre, no es oro todo lo que reluce, pero... ¡qué quieren que les diga! no seré yo quien lo desmienta. Bastante tiene una con sus miserias como para hacerlas públicas. Y aquí se trata de beber martini, estrenar camisas de Isabel Marant y a veces -sólo a veces- lavar los platos con lavavajillas Bosque Verde. Vida regalada, oigan, ¡que nadie nos apague la música de esta fiesta!

Por eso no se me ocurre mejor forma que despedir el último viernes del año que con una de esas pistas de estilo que lancé con Andrea Amoretti hace cosa de un año: para salir a  bailar y tomar copas como si no hubiera mañana. Porque los viernes hay que celebrarlos, ya sea con manta y sofá, bizcocho de limón o bailes en la cocina. Calzándose unos tacones y saliendo a darlo todo en algún bar de la esquina. ¡Todo vale! Y en cuestión de estilo, en Navidad hay que jugársela.


Han sido muchos los viernes de este 2013 y la mayoría me los he pasado trabajando hasta tarde, ¡y qué narices! esta vez me aplico el cuento que vendo siempre: la vida es una verbena. Así que esta noche me quito los calcetines. No teman por paxarete que no correrá el tequila, pero sí la música altísima y unos buenos bailes. Y ustedes hagan lo mismo, que después de tanta gaita nos lo merecemos.








¡Feliz último viernes del año!

Relax, disfruten del nuevo año

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Se me va la olla con los propósitos, las listas y todas esas parrafadas que se suelen hacer al inicio de una era. El año pasado la lié, empecé con un voy a cambiar la web, unos retoquitos, una fiestecilla... y aquello acabó como el rosario de la aurora, sofá amarillo mediante en el Monte de Cutamilla. No hace falta que se lo recuerde.

La cosa es que en casa de mis padres tenemos la gran tradición de recordar todos los hitos del año que se despide. Es algo muy ceremonioso y toca hacer balance. Esta vez, estábamos reunidos frente a viandas de gambones y foie casero, todos reconcentrados recordando el 2013, y a mí sólo de repasarlo mentalmente me daba el alipori.

2013 fue muy positivo pero me ha dejado una resaca de champán que todavía me dura. ¿Qué es lo mejor del año? preguntaba mi padre muy teatrero. Y a mí sólo me venían a la mente planes de negocio, fiestas, programación, bailarinas y demás milongas. ¿El amore, mi hijo, mi pancha creciente? Naaaaaaa... yo como un directivo de esos de las pelis americanas. Ya me imagino a paxarito en el partido de béisbol mirando con cara de cordero mi asiento vacío en las gradas. Que no me quejo, oigan, pero me gustaría que la resaca de 2014 fuera diferente. 

Si pienso en este nuevo año que tengo por delante, se me llena la cabeza de ideas, proyectos y mil historias. Pero, ¿importa tanto? Me contaba el otro día una amiga que lleva unos meses intentando disfrutar de la vida y eso tan manido de "las pequeñas cosas": ver cómo duerme su marido, gandulear una tarde en el sillón, desayunar viendo el amanecer... acaba de pasar un año en el que ha sufrido mucho, y me decía: "te parecerán chorradas, pero son las que construyen la vida y me hacen feliz". 

Así las cosas, he decidido dejar de lado tanto proyecto para este año y dejar tranquilo al pobre 2014, que me parece que estamos todos con las expectativas muy altas puestas en él. 

Yo he borrado mis buenos deseos, que esos me los fijo ya todos los días. Y este año, lo intentaré disfrutar de verdad. Supongo que seguiré trabajando como una posesa para tratar poner algo de cordura en esta empresa loca que es mi casa, mi familia, mi trabajo y toda yo en general. Pero va con el pack. Y además, tampoco nos pongamos dramáticos, porque la vida al final es eso: enfados tontos, risas, mucho trabajo, carreras, besos, croquetas... e instantes preciosos de felicidad.

Ustedes, ¿qué esperan de este súper 2014? 
¡Sean felices!

Principio de devengo

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No sé si este pueblo está haciendo mella en la profundidad de mi ser, pues volver ha sido como una cura de balneario. Echaba de menos el huerto, remolonear con paxarito en la cama, los aullidos del pesado de mi perro y hasta a los escarabajos que pululan por la terraza. Mi padre solía decirme que yo había nacido para ser princesa, y ahora me descubro con frecuencia hablando de "mi pueblo", algo que no había pronunciado jamás. Me pregunto si mi alma cosmopolita está trashumando a pastos mejores.

Pablo dice que las fresas van por buen camino a pesar de las heladas. El que no resistió fue Pedro patata, que nos dejó poco antes de empezar la Navidad. Se rompió la cadera paseando por sus campos de trigo, y tras un mes en la cama cerró los ojos para siempre. Si con más de ochenta años no puedes ni salir a ver el campo, poco te queda... musita Pablo.

Me avisan de que la frutera tiene cajas de madera para mí, pero me da cierto recelo ir a buscarlas porque nunca le compro nada. Entre lo que que cojo del huerto y mis salidas furtivas a Mercadona tengo la nevera abastecida. Propósito de año nuevo: no comprar verduras en grandes superficies. Los tomates saben a recuerdo de tomate. Así puedo ir a recoger tantas cajas como quiera y usarlas como packaging de los sombreros.

Lo sé, prometí no fijarme muchos objetivos este año, pero empiezo mañana un curso de formación para poner un poco de pies a esta empresa loca. Tengo que hacer antes un preprograma y aquí ando viendo unos vídeos muy extraños sobre temas tan prolijos como "el principio de devengo". Le pregunto a Pablo si sabe de qué le hablo. "Cuando tú vas, yo vengo", y se ríe a carcajadas.



Me parece que no voy a encajar mucho en el cursillo éste... 



Manual de supervivencia en Rebajas

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Después de una semana con paxarito enfermo, un mazazo del IVA que me ha dejado temblando y un estropicio en la chimenea que nos tiene tiritando en esta mansión perdida, yo me voy de rebajas. 



Si van a hacer lo mismo, háganme el favor e 
impriman estas valiosas instrucciones, 
que luego llenamos el armario de indecencias.
¡Sean felices!

Una boda en Coruña

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Hace tiempo recibí un pedido de un canotier en la tienda online de una tal Ivana. Se lo hice y lo empaqueté bonito, y eso eso es todo lo que supe de ella... hasta la semana pasada. Le mandé un mail por error y me contestó con unas fotos preciosas. Las de su boda: enfundada en plumetti, uñas granate y el canotier clavel

Así que le escribí para que me mandara más, me contara cosas de esa boda bonita... y a poder ser, me dejara publicarlas en el blog. Ésta fue su respuesta:

"Empezaré por decirte que nunca me hizo ilusión casarme, así que cuando Pablo me lo pidió decidimos que sería una visita rápida a los juzgados. Al día siguiente empezamos con eso de: pero para una vez que lo haces... Vale, nos casaríamos con fiestón y sólo con la gente que de verdad nos importaba.

Como no queríamos gastarnos una fortuna trazamos un plan estratégico: huir de las grandes marcas y apostar por el pequeño comercio y jóvenes con mucho talento.

Nos fuimos a visitar la Rectoral de Cines y tuve clarísimo que iba a ser allí. De repente, ya sabía cómo sería mi vestido y me podía imaginar bajando aquellas escaleras del brazo de mi padre... Es un sitio precioso, con alma. Una casa acogedora y con un aura muy gallega, ideal para nuestros poco más de cien invitados.

Encargamos las invitaciones a los geniales Project Party Studio, queríamos que diseñasen para nosotros algo sencillo y con un claro toque campestre. Dieron en el clavo.

¿Mi vestido? Tras dos visitas a tiendas con trajes habituales decidí que me lo tendría que hacer. Yo, que no sé nada de telas ni de cortes, fui al taller de una diseñadora local, Silvia Cupeiro, para saber si ella podría hacer de lo que yo tenía en mente. No estaba segura de que fuese a entenderme, hasta que, una semana después, vi mi boceto (¡quería llorar!). Silvia había preparado las telas que creía que encajaban, ahí me enamoré. 

Los pajes fueron nuestra hija Teodora y su primo. Estaban preciosos, idealísimos de No sin ValentinaEl ramo y la corona que me puse después fueron de Madreselva, una pequeña floristería coruñesa.

Desempolvé sellos, tintas, cordeles, troqueladoras,... y me decidí a hacer el resto: el seating, los meseros, los centros de mesa, el confetti, las bolsitas... Todo personalizado con el sello de la boda, hecho con mucho amor.

Y un mes antes de la boda, el vestido me pidió a gritos un canotier. Gracias, Lucía, por hacérmelo llegar tan rápido.

Y así, sin nervios ni maratonianas jornadas de organización, llegó el día de mi cumpleaños que, no por casualidad, fue el día de la boda. Me peinó y maquilló mi peluquera de siempre, Lorena Lorenzo, con muy buen criterio. Natural, con mis eternas uñas granate y mi recogido bajo.  

Nosotros vivimos varios años fuera y a muchos amigos hacía años que no los veíamos, sólo quería salir y abrazarlos. Estaba tranquila con mis solteras no comprometidas cuando vi llegar a los primeros invitados. Y rompí a llorar (y ya no pude parar hasta el día siguiente) en cuanto entré con mi padre y vi a Pablo. Al mirarnos, nos descubrimos tan felices que nos dimos un superabrazo, muy espontáneo. 

Una ceremonia emocionante en la que leyó mi mejor amiga para recordarme lo que tantas veces había dicho: yo NUNCA me voy a casar. Y puedo decir que es la primera vez que estoy en una boda en la que todos los invitados lloran, de emoción, de alegría, por alguna extraña energía pero todos teníamos los ojos llenos de lágrimas.

En el cóctel previo a la cena contamos con Mr. Dixie Band, un jazz animado que consiguió que parte de los invitados empezasen ya a bailar. Elegimos para abrir el baile Love de Nat King Kole y seguimos danzando con los formidables Mas Music hasta el amanecer. 

Todo salió genial y volveríamos a repetir con todos y cada uno de ellos. Ni un pero que poner. Disfrutamos tantísimo de la boda… No hace falta gastarse un dineral para que una boda salga perfecta, sólo hay que rodearse de la gente adecuada".
















 Celebración: Rectoral de Cines 
 Fotos: Bokêh Fotografia 
 Invitaciones: Project Party Studio 
 Vestido: Silvia Cupeiro 
 Canotier: Lucía Be 
 Maquillaje y peluquería: Lorena Lorenzo 
 Ramo: Madreselva 
 Pajes: No sin Valentina 
 Música: Mr Dixie Band& Mas Music 

Apuntes desde París

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Confieso que esta Navidad acabé majara perdida con tanto viaje y tanta maleta, así que nada más llegar a casa, en un arrebato, me cogí un billete de tren para pasar una semana en casa de mis padres. Así me cuidan a paxarito, veo a mis amigas y voy a la peluquería, que ya es hora, pensé. Ilusa de mí, que al llegar, comprendí que la vida sigue y cada uno tiene su trabajo. Y así, me tocó pasar días enteros en casa, sin coche, sin canguro, paseando por el pueblo de arriba a abajo, viendo Pocoyó y jugando a los coches.

En algún despiste, agarraba el iPad y me enganchaba a los desfiles de Alta Costura en París. Ya que no he podido ir a las rebajas, por lo menos sueño que lleno de prendas exquisitas mi vestidor virtual desde el front row.

De momento, ya le he hecho un hueco a este Dior para cuando me desinfle. Y también me he cogido una chaqueta bordada preciosa de Armani Privé, un vestido de noche de Valentino, un top de Chanel y un vestido corto de Giambattista Valli. Ya quisiera la petarda de Carrie mi fondo de armario...


Ya que se avecina San Valentín...

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Que sí. Que conocernos fue mejor que cualquier cosa. Pero a veces con ganas le estamparía una sartén en la cabeza al bueno del amore. Con todo mi amor, y con toda mi rabia también de paso. Porque soy una rabiosa. Lo saben mis hermanas que me lo repiten cada vez que voy a verlas, pero el amore aún se pasma con mis peloteras. "Es que tú estás acostumbrada al jaleo, pero yo cuando te pones así no te conozco", me dice. Porque claro, de novios es todo manso y bonito, pero cuando se comparte casa, gastos y ya si se mete de por medio un hijo... ¡la que se lía!

En el idioma blogger instagramero está de moda decir "muero de amor" al ver una cosa bonita. Dar al like y soltar un "muero de amor" es todo uno. Yo soy la primera que lo hace, pero la verdad de la vida es que cuando más muero de amor es cuando el amore se calza sus Vans negras con las caras de los Beatles serigrafiadas en fluorescente. Ahí muero, pero de verdad. Si Camilo Sesto levantara la cabeza...

Yo siempre he sido muy cardo, lo reconozco. Y él más bien tirando a película romántica. Así de primeras no nos dimos cuenta, pero fue cruzar la puerta de esta casa en este pueblo perdido y se destapó el pastel. Yo, que no había celebrado San Valentín en mi vida y el colega me aparece con unos pendientes en una caja roja. ¡La madre! Y ahora, ¿qué hacemos?

Son las "corrandes d'una parella estable" que canta Manel. La vida misma, vamos. Lo que nos pasa a todos. Que si yo siempre compro manchego pero ella es más de brie, que si yo soy fan de Astérix y ella tiene todos los Tintín, que si yo soy de bailar la conga y ella es de báilame un twist... y nos ha costado Dios y ayuda llegar hasta aquí (traducción por la menda de la canción de marras, que les recomiendo vivamente que escuchen -y si se tercia, bailen con su amore correspondiente-).


Cuesta llegar. Cuesta querer. Pero el amor es un viaje largo en carretera, con sus curvas, moteles, chutes de gasolina y paradas en la playa. Y como en cualquier periplo, hay que parar, poner música, bajar las ventanas... Por supuesto que conocernos fue mejor que cualquier cosa, pero esa lámina se tiene que hacer real cada día. Una cena, un "me callo aunque gritaría como una posesa", una nota en el buzón... Como dice el amore, "mucho te quiero perrito, pero pan poquito". Pues eso: contigo pan y cebolla, todos los días, y mejor que cualquier cosa.

¡Y disfruten del viaje!


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Este San Valentín sí que lo celebro, 
como una moñas y a mucha honra, ¡he dicho!

Valentina mon amour

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La experiencia con Wonders ha sido una de las cosas más bonitas que me regaló el año pasado. Más bonitas, y más estresantes, porque recibir avalanchas de mails preguntando como tallaban y cuándo se iban a reponer ha sido un trabajo duro de intendencia pero que hemos conseguido resolver bien. Ya hay muchos pares bailando por ahí, con o sin calcetines, y me llegan mails para contarme que son récomodas o, el último, de una chica que me relataba cómo se puso a llorar de emoción cuando su hermana se las regaló por Reyes. Señores, que estoy con las hormonas revueltas, ¡no me cuenten esas cosas que echo la lágrima por cualquier cosa!


Así que la verbena sigue, ¡pero en más colores! Ahora que es el mes del amor, hemos lanzado las Valentinas: negras y con un lazo bien grande rojo. Y para celebrarlo, ¿qué mejor que regalarles dos pares? Saben que de buena gana se las dejaría for free a todo el mundo, pero ya saben: cerramos el chiringo y se me plantan los más de 300 trabajadores de la fábrica en mi pueblo para montarme una manifestación. Paso.

Ni fanses ni obligaciones, sólo tienen que contestar una pregunta: 

Hacer running a las 6 de la mañana, coger un avión, dejar de mirar el móvil cada cinco segundos, gastarse los cuartos, pasarse una semana sin pegar ojo por los ronquidos del otro, cantar en un karaoke, lanzarse en paracaídas, dejarlo todo... ¡cuenten cuenten! recopilemos historias por San Valentín.

Tienen hasta el 14 de febrero para contar su historia en el blog de Wonders. (IMPORTANTE: no en mi blog, para participar hay que comentar en este post). Y si les puede el ansia viva, pueden comprar las Valentinas aquí (además, también están disponibles en versión azul marino). ¡A ver si arrecia el temporal y podemos lucirlas como merecen!
 
  Sean felices, valentinos míos. ¡Y a bailar!  

Trenzas, gins y bigudíes

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Nunca he sido de ir a la peluquería cuando he tenido una fiesta o boda importante. Yo misma me arreglaba el pelo y arreando, no me daba el sueldo para más. Pero un día, hará unos cuatro años, invitada a una boda en la que quería estar cañón, se me ocurrió acabar con la costumbre. Allá por entonces se empezaban a llevar las trenzas y las Olsen eran como el novamás de la tendencia capilar, así que me planté en una buena peluquería, de esas de centro de ciudad donde acuden las niñas bien a hacerse sus peinados, para que me dejaran cual Timoshenko en versión boho chic. Ya saben.

El caso es que tras dos horas de empeño, me vi en el espejo con un look de pelo gordo que nada tenía que ver con lo que quería. Yo, que me había dejado los cuartos por emular a las Olsen en un arranque de modernidad, me había convertido en la tata de las gemelas rubias por obra y gracia de la peluquera, que no dejaba de repetir lo monísima que estaba.

A mí estas cosas me dan mucha vergüenza, lo admito. Y en vez de quitarme los cuatro mil ganchos que me había encajado la mujer en mi cuero cabelludo y obligarla a rehacer el peinado, pagué religiosamente y acudí a la boda con mi pelo gordo y la moral por los suelos. Por aquel entonces yo tenía un novio de esos formales en una relación que duraba ya muchos añazos. Pues bien, al día siguiente, lo dejamos. Yo sé que aquello tenía que pasar antes o después, pero en el fondo de mi corazón y de mi pelo (que es mucho), intuyo que aquel moñaco desencadenó los acontecimientos de tal manera que no hubo marcha atrás. 

No quiero hacer sangre, pero mi historia con las peluquerías nunca ha sido un idilio, qué le vamos a hacer. Hasta que un día, paseando por Instagram (bendito Instagram) encontré una foto de unas trenzas perfectamente hechas, como las Olsen en sus mejores tiempos, Timoshenko y toda la prole que sigue al pie del cañón trenzándose para cualquier tipo de evento. Eran obra de una peluquería: Bigudíes de Rubíes... ¡de Valencia! y allá que me fui en la primera boda que tuve ocasión.

Mi pelaco by Bigudíes
Aquel fue el comienzo de una bonita amistad, de pelo bonito, peinados exactos y trenzas infinitas... mañanas en la peluquería en la que, embebida del espíritu, pedía hasta que me hicieran la manicura. Ana, la dueña, es dulce y tiene estilo. Habla de blogs, de moda... hace magdalenas, bizcocho y ofrece café para que una se sienta como en casa. Gracias a ella, he roto mi pequeña maldición, y ahora cada vez que voy a Valencia, intento guardarme un día para que me arregle la mata, de la que jamás se ha quejado. 

Ana y una clienta muy especial probándose mis tocados
Y así, magdalena va, trenza viene, hemos revestido su pared de tocados y coronas. Lavanda, paniculata, medias coronas doradas para novias... Girls on Valencia, ¡ya están tardando en ir!


Ccada viernes Ana organiza los "BiguViernes": barra libre de gin tonic, trenzas y muchas risas. Un afterwork diferente, si se acercan, seguro que lo pasan bien. Y esa noche fijo que están ustedes reguapas, se lo digo yo. 



 ♥     Bigudíes de Rubíes  


Doctor Olóriz, 2
46009 Valencia
963 29 69 19


¡Feliz viernes!

Lo que todo el mundo se pregunta al comprar online

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Comprar online puede resultar inquietante cuanto menos. Yo aún sigo sintiendo ese miedito de que el enano de dentro del ordenador resetee el pin de mi tarjeta de crédito y se dedique a dar la vuelta al mundo a mi costa, quiero saber cuánto tardará mi pedido para no volverme loca de ansia viva cada vez que llega el cartero, me surge la tremenda duda de si luego no me gusta lo que he comprado, si lo podré devolver...

Todo muy normal. El tema es que el apartado "condiciones de compra" de muchas tiendas online no da muchas pistas ni facilita el asunto. Desde hace tiempo uno de mis objetivos es hacer que la compra en www.luciabe.com sea descomplicada y divertida. Así que resumí mi tocho de condiciones y he intentado dar respuesta a todas esas cosas que todos nos preguntamos al comprar online.


Y como se trataba de descomplicar la faena, pues ya me puse: hemos abaratado los gastos de envío a toda España y Unión Europea, hemos acortado el tiempo de espera para recibir los pedidos y hemos habilitado un servicio para que siempre que a uno le asalte la duda de dónde narices estará su paquete, poder resolvérselo: hola@luciabe.com. Les contestará Raquel, mi contable y la que se encarga de poner un poco de sentido en todo este entuerto.

Ya de paso, pues he añadido algunas novedades, que si no la espera a la nueva colección de primavera se hace muy larga. Son tocados fuera de colección y tenemos muy poquitas piezas de cada modelo, ya saben: hecho en el campo con amor y mucho mimo.


Nunca seremos la tienda de barrio de confianza, pero oigan, 
les prometo que somos cercanos y que trataremos 
siempre de llevarles a donde estén un trocito de campo.
¡Sean felices!

Pssst!! En Instagram he organizado un concurso de selfies. Si alguna vez han comprado algo en mi tienda, háganse una foto y súbanla con el hashtag #selfieverbenero. ¡80 lereles para gastar en la shop andan en juego!


Historias de San Valentín

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Hoy la cosa va de amor en mayúsculas, que para algo es San Valentín, ese día chungo en el que El Corte Inglés se pone las botas y que este año he decidido celebrar porque el amore se ha puesto sensible. Al tema: esto no va de velitas ni cenas románticas y vida en pareja. Va de hospitales y cosas que a mí siempre me han dado mucho terror. Supongo que, aunque me pase el día quejándome, siempre he disfrutado de una vida regalada, y cuando me ha tocado ir a ver a alguien que está enfermo, me ha dado mucho, pero que mucho bajón.

Así que cuando me escribió Carola, de La silla turquesa, para contarme su historia, no me encajaban las piezas. Les pongo en antecedentes: Carola tiene un niño, el Duende, al que después de muchas pruebas le detectan una enfermedad bastante grave. Necesita un trasplante de médula y su vida se convierte en un danzar por hospitales y un botiquín inmenso de jarabes bastante asquerosos. Como el común de los mortales, se pone a buscar información en internet y lo que encuentra es un porrón de blogs tan tristosos que la pobre sólo tiene ganas de llorar cuando los lee. 

Y entonces, ¡click! Decide abrir un blog para ponerle humor al tema, explicar las cosas con naturalidad, para servir de ayuda a los que van a pasar por lo mismo que ellos, o concienciar un poco a aquellos que, como yo, no tenemos ni pajolera idea del tema. 

A mi me pasa cualquier cosa y lo convierto en un dramón de sobremesa basado en hechos reales, pero Carola no. Su blog se parece más a un cómic divertido con super héroes y grandes dosis de vitalidad. Y si no, al loro"nuestra habitación del hospital es diminuta pero no nos importa porque vamos cargados de amor y buen rollito comprimido para que quepa bien".

Lo que he aprendido después de varias semanas leyéndome sus posts a conciencia:

   Hay muchas personas, sobre todo niños, que dependen de un trasplante de médula para poder vivir.

 El trasplante de médula es posible gracias a personas que se ofrecen voluntarias para donar médula

 Esas personas tienen que tener entre 18 y 55 años y estar sanas

 Hay que ir al centro de salud, rellenar un formulario... y esperar a que llamen

 Hay dos maneras de donar médula ósea: con anestesia general o epidural, o con una nueva técnica similar a cuando nos sacan sangre. 


Y después de eso, LA VIDA. Yo sólo con leer lo que escribe Carola después del trasplante a su Duende, me dan ganas de salir corriendo a que me pinchen donde sea: 

"Qué maravilloso es saber que un super héroe le ha dado a nuestro Duende una parte de su poder, de su fuerza, de su vida para hacer que él también la tenga. Es tan... asombroso. Tan increíble y fabuloso. Estoy que no quepo en mi de gozo. Estoy llena de gratitud y ternura. Creo que me he convertido en osito de peluche. 

Si tuviera a esa persona cerca le daría un abrazo de por lo menos veinticuatro horas y aun me parecería poco. ¡Gracias gracias gracias y mil veces gracias! Una hora y media ha tardado la médula en entrar en el cuerpecito del Duende. Una hora y media en la que él ha estado divinamente viendo Caillou y hablando sin parar".

La ilustración se la hice a Carola para su post de hoy, y cuando la vio, me dijo: "así es como yo recuerdo el hospital, me parece genial que los peques salgan bailando y pasándoselo bien". Supongo que tenemos que cambiar muchos prejuicios, porque cuando la hice, me pasé el tiempo llorando. Qué bueno saber que muchos lagrimones se curan con superhéroes que donan. Si quieren saber más: corran a su blog. Además, a cambio de leer un poquito e informarse sobre la Donación de médula, pueden participar en un sorteo fabuloso.

♥    Y disfruten de un feliz San Valentín 


Mi otra batamanta

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Me dice mi madre, muy ladina ella, que mis dibujos visten mucho mejor que yo. "Es curioso, pero tienen más estilo hija". Quise explicarle que mientras que a mí me toca ir de saldo, a mis niñas las paseo por los desfiles de todo el mundo. Y ahora que estamos en temporada, nos hemos sentado en todos los front row. Ellas también van en batamanta, pero de Delpozo, mientras que la mía la compré en un centro de oportunidades. Oigan, ¡y lo que abriga!

Backstage del desfile de Moisés Nieto. Se avecina temporada de sombreros, queridas. Foto: Juanlu Real
Oscar de la Renta. Foto:Miguel Yatco
Street Style en NY Fashion Week. Foto: Vogue
Street Style en NY Fashion Week. Foto: Phil Oh
Jersey de Delpozo. Foto: Xavi Menos

Si la vida te da lemons...

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Hay momentos en la vida que tendrían que enmarcarse. Dejarlos en pause y poder reiniciarlos en días grises o de bajón. Como las fotos en la pared o la escena de esa película que está rayada de tantas veces que la hemos rebobinado (en mi casa lo hacíamos con la canción de Tú a Boston y yo a California, madre de mi vida, me he pasado la infancia rebailando ese tema).

Uno de esos momentos preciosos que guardo con especial esmero, ocurrió en aquel picnic que monté hace ya casi un año. No la fiesta en sí, que casi me provoca un ataque al corazón. Fue un momento exacto, abrazada al amore, escuchando una canción de MeryLemon. Mery había dicho que viviéramos ese instante, que estuviéramos allí. Y yo creo que todos nos olvidamos por unos minutos de nuestros agobios, de instagram, del trabajo... hacía sol, estábamos en el campo, la gente que quería estaba cerca, Mery tocaba el xilófono con sus manos pequeñas... y todo era perfecto, feliz.


He vuelto a ese instante muchas veces, como un refugio. Y he cantado mil veces aquella canción como una auténtica posesa. Así que cuando recibí un mail de los lemons contándome lo que están tramando, me faltó tiempo para ponerme otra vez los altavoces. 

Al lío: Mery y Luque, almas de MeryLemon, se han metido en un huerto de los grandes, un crowdfunding para poder hacer realidad su próximo concierto el 15.03.14 en la sala Music Hall de Barcelona. En resumidas cuentas: si se vende un número mínimo de entradas, MeryLemon al ataque y en versión directo, si no se venden, nos quedamos sin concierto. 


Total, que allá que me voy yo víctima de un ataque de emoushion total ansiosa por revivir mi instante mágico, y me agarro dos entradas pero de las buenas: entrada al concierto + cd Phonanbulimso + tote bag. Porque sí, que #todossomoslemons y necesitamos limones y verbenas para alegrar esta fiesta.

No pensé en mi pancha creciente y paxarito, en el mes loco que me espera para tenerlo todo en orden antes de dar a luz... así que he decidido sortear mis dos entradas, y, si veo que luego puedo escaparme del pueblo, me agarro otras entradas y arreando.


SORTEO DOS ENTRADAS 
PARA EL CONCIERTO DE MERYLEMON 
+ DOS CDS
+ DOS TOTE BAGS


El tema: sólo tienen que dejarme un comentario en este post contándome su momento lemon, ese momento mágico perfecto feliz al que todos volvemos. Tienen de plazo hasta el lunes que viene, que anuncio ganadores. 


Eso sí, aquí lo importante es que esto salga, así que si además de participar se compran una entrada, aportarán su granito de arena para que gente buena siga cantando por el mundo. Si no viven en Barcelona, no hay excusas: existe una fila cero en la que por cinco euros acceden al disco en versión digital, dos canciones inéditas y una sorpresa. ¿Y qué son cinco euros por revivir un momento mágico?




Venta de entradas:

Y para empezar a preparar limonada... les dejo con el vídeo:


Lo que sientes hazlo presente sin dudaaaaaaaaaar...

Estilo para embarazadas

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Mi amiga Berta me twitea un post de estilo para embarazadas, y yo, ilusa, voy corriendo a internet para verlo. Me encuentro con una ego blogger que no conocía, de cara angelical y tipazo bajo el que se adivina una barriguilla asomando tímidamente. La susodicha se marca unos looks de diez, salvando algunos que son cursis como ellos solos, pero vamos, que tras veinte largos minutos empachándome de todas sus fotos, cierro la ventana bastante angustiada.

Camino de los seis meses, tengo una panza que parece que vaya a dar a luz mañana. "Hija, qué poquito te queda", comentan las señoras del pueblo. Y yo les miro condescendiente y pienso: tres meses, ¡"sólo" tres meses! No les llevo la contraria, eso sí, que aquí en seguida le abren a una expediente y paso de entrar en los anales de la historia de este pueblo como la gordaca que vivía en la casa de campo. Jamás.

Lo mejor para este tipo de casos es compartir penas. ¿Les suena lo de mal de muchos consuelo de tontos? pues yo seré tonta de remate, porque es un truco que me funciona de maravilla. Así que agarro el móvil y le paso el enlace a una amiga, embarazada también. "Qué perraca", me contesta compungida, "¡y yo que ayer me compré unos pantalones en Kiabi! creo que mi estilo está bajo mínimos". Nos consolamos las dos, con nuestros últimos descubrimientos y compras del mes. 

Y así, vía whats app, se gesta este post para embarazadas que engordan sin vuelta a atrás pero se resisten a perder el estilo. ¡Va por ustedes!


♥  Leggins de mis amores. Esa prenda que antes odiaba se ha colado en mi armario como prenda it. Jersey XXL... ¡and get the look! Los mejores, en H&M. Pero dice mi amiga que en Kiabi son baratos, cómodos y de momento le están dando muy buen resultado. 

Último descubrimiento: Hatch, ropa premamá muy chic





♥  No sólo podemos mirar en la sección premamá. Esta primavera viene cargada de tallas enormes. Ayer mismo en Zara la talla más grande era la M, y a mí, redonda como estoy, ¡me estaba grande! (los jerseys y camisas del amore también me valen, y ya estoy empezando a mangárselos).


En su jersey
  Despedirse de esos vaqueros desgastados a los que tenemos tanto cariño da como mucha rabia. Y más, si los nuevos con derecho a panza cuestan 40 euros como mínimo... ¿para tres meses? Para eso está BellyBelt, ese gran descubrimiento: una gomita entre botón y ojal, súper jersey por encima y seguimos con nuestros maravillosos jeans, gordacas como estamos. Yo lo compré en Mothercare y no me lo quito.

Otra solución es hacer como Charlotte: dejarse el vaquero bien abajo e intentar que cierre.
A veces lo consigo.


♥  Vale, no podemos meternos en ese vestido, ni ajustarnos la gabardina, ni ponernos la blusa aquella que nos quedaba tan bien, pero... ¿y los complementos? Es el momento de sacar ese arsenal de collares, bolsos, sombreros y zapatos que no nos hemos puesto desde hace siglos. O, ¿por qué no? renovar armario. Y además, ¡lo que estiliza un buen tacón!


♥  ¿Qué me pongo? en Internet, inspiración a golpe de click.

Couture de Masse, un blog que me gusta. Su autora estuvo embarazada y se fotografiaba con mucho estilo.
Joanna Goddard acaba de tener su segundo hijo. Sus posts sobre estilo y maternidad son imprescindibles.
Pinterest, esa continua fuente de inspiración. Prometo un tablero para gordacas,
pero mientras, busquen y hallarán
♥  Y ya saben, si tienen un día verde, labios rojos y click aquí. Eso sí, no se me ofusquen. Lo importante aquí es disfrutar de estos nueve meses, comer bizcocho y salir a pasear. Y ya nos vengaremos, ya...

Les toca a ustedes: ¿alguna idea para embarazadas con estilo?

Don Miguel Ángel

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Ya lo he contado otras veces, mi padre es profesor. El otro día fue su cumple, y aunque no lo diga, sé que está actualizando mi blog como un poseso a ver si le dedico alguna entrada. Estaba pensando qué escribir cuando recibí este e mail: 

"Hola Lucía,

La verdad es que no sé por dónde empezar. Te sigo desde hace un tiempo, desde un día que descubrí una lámina tuya que me encantó. 


Y un día, repasando entradas antiguas, vi una lámina que dedicabas a tu padre. Se me encendió una lucecita. Indagué un poco más y resulta que tu padre fue maestro mío. Un maestro de los que marcan, en mi caso para bien. Con un temperamento y una personalidad únicos, y una manera especial de hacerse respetar y querer. Ahora que yo también me dedico a la enseñanza me doy cuenta de sus estrategias como docente. ¡Y reconozco que gracias a él no cometo faltas de ortografía!



He pensado que me gustaría hacerte saber lo que disfruto leyéndote en el blog. Y darte las gracias. No cabe duda de que Don Miguel Ángel ha sido un buen educador". 


Tenía un montón de historias suculentas para contarles, pero he pensado que éste mail merecía el puesto de honor, ya que es uno de los más bonitos y emocionantes que he recibido nunca. 

En honor a la verdad, les diré que mi padre a veces puede ser muy maligno. Tenemos un chat familiar en el que nos cuenta que le ha cortado el pelo a Jason sin que se diera cuenta, que Niu, el chino, le cae gordo, o aquella historia de la cornucopia...


Eso sí, gracias a él, yo tampoco cometo faltas de ortografía. 

¡GRACIAS PAPÁ!

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